lunes, 2 de mayo de 2011

Osama Bin Laden: vivo o muerto

En artículos anteriores hice un intento por definir la palabra terrorismo, un término que suscita numerosas y variadas connotaciones, ya que aún no existe una definición universalmente aceptada.

Busqué solucionar el problema afirmando que cuando lo vemos, sabemos qué es y me remito a ello, ya que los actos que cometió Osama bin Laden, lo evidencian en toda su expresión y no nos cabe duda que en ellos éste se manifiesta en todos sus matices.

El 11 de septiembre es una fecha que nos muestra sus alcances, ya que se trató de un terrorismo innovador, un acto para el que nadie estaba preparado y que jamás nos imaginamos podía ocurrir y cómo no sorprendernos si fueron aviones los medios que utilizaron para causar destrucción, tristeza y confusión.

Este día nos ha recordado “que en respuesta a nuevas situaciones políticas y militares la patología del terrorismo puede, después de estar latente un periodo, volverse de repente aguda y virulenta y puede hacerlo reapareciendo con cepas mutantes, contra las que los anticuerpos y las medicinas se muestran ineficaces”.

El objetivo de estas acciones, incluidas en la lucha armada sin escrúpulos, no es más que el de infundir miedo, es precisamente por ello que su impacto es político-militar y sus efectos son psicológicos por las cuestiones morales que suscita.

Por otra parte, para hacer alusión al tema que hoy quiero tratar, me remito a lo que dice Fred Halliday, quien considera que “el antiterrorismo de Estado muchas veces conduce a restringir libertades y a desencadenar invasiones o actos militares que producen muertes de civiles… Además anexa que el “anti-terrorismo” viene siendo utilizado como la cobertura de Washington para que el resto del mundo acepte su rol de policía global y de impulsor de un modelo económico. Todo aquel grupo armado que no se sujete a los marcos del nuevo orden mundial tenderá a ser catalogado como terrorista”.

Halliday así mismo nos narra cómo bin Laden justificó la atroz carnicería del 11 de setiembre aduciendo que EE.UU. es el peor terrorista, pues es la única potencia que ha lanzado bombas atómicas contra civiles (Japón 1945) y que es hoy responsable de la muerte de más de un millón de irakíes mediante los bombardeos o bloqueos comerciales.

Lo anterior deja mucho que pensar y más aún las noticias del día de ayer primero de mayo, que incluyen titulares como: “Osama murió en un ataque de Estados Unidos”, “Un triunfo para CIA tras una década de críticas y fracasos”, “Pruebas de ADN confirman la muerte de bin Laden”, “Osama cayó en una mansión en Pakistán”, “Talibanes paquistaníes niegan la muerte de bin Laden”, “la noticia convirtió las calles de E. U. en una fiesta”, entres otros.

Encontramos también descripciones como “La operación del comando de elite estadounidense que acabó con la muerte del líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, en una mansión en Pakistán se llevó a cabo con una gran precisión y una espectacularidad digna de un guión de Hollywood”.

Una narración que nos hace pensar hasta qué punto los medios magnifican las acciones de un país, cuya labor no es más que la de proteger y garantizar los derechos de sus habitantes, y las describen como si el asesinar a alguien se tratase de un espectáculo.

Sabemos que cayó un hombre que durante diez años aterrorizó al mundo entero, sin embargo al redactarse este tipo de noticias, lo mínimo que debe hacerse es difundirlas con seriedad y evitar caer en el sensacionalismo, ya que esto le resta importancia a la información suministrada.

Otro punto que ha desfavorecido la asimilación de este hecho por parte de la opinión pública, ha sido la afirmación de el lanzamiento del cuerpo de bin Laden al mar por la ley y tradición islámica, ya que por tratarse de una persona a quien se le imputan diversos atentados, lo más común sería un debido proceso para dejar en evidencia su muerte, ya que sin un cuerpo como prueba, la información carece de verosimilitud y nos hace preguntarnos ¿será real que la cuarta vez es la vencida? O ¿se tratará de un acto propagandístico por parte de Estados Unidos para desviar la atención de asuntos más relevantes?

Solo falta esperar que, en caso de que su muerte sea verdad, Al Qaeda no tome represarías, en busca de vengarse por el asesinato de su líder. Las alarmas quedan encendidas ya que este grupo ha demostrado que ni aun estando preparados para un ataque, ha sido posible contener la magnitud de los daños que han ocasionado.